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Para garantizar que esta reacción no se basara exclusivamente en roedores, los científicos también analizaron la extracción de sangre de personas mayores. Los hombres y mujeres mayores que habitualmente caminaban para hacer ejercicio mostraron niveles más altos de GPLD1 en el torrente sanguíneo que aquellos que no lo hicieron.

El resultado combinado de estos hallazgos parece ser que el ejercicio mejora la salud del cerebro en parte al provocar que el hígado bombee cantidades adicionales de GPLD1, dice el Dr. Villeda, aunque aún no está claro cómo la proteína cambia el cerebro. Los experimentos posteriores de los científicos mostraron que la proteína probablemente no rompe la barrera hematoencefálica y actúa directamente sobre el cerebro, dice el Dr. Villeda. En cambio, es probable que provoque alteraciones en otros tejidos y células en otras partes del cuerpo. Estos tejidos, a su vez, producen aún más proteínas que tienen efectos en otros tejidos que eventualmente conducen a cambios directos en los neurotransmisores, genes y células en el cerebro que sustentan mejoras cognitivas.

El Dr. Villeda cree que si otros experimentos demuestran que GPLD1, de forma aislada, ayuda a iniciar esta reacción en cadena molecular, entonces al menos es concebible que las infusiones de la sustancia puedan ofrecer los beneficios cerebrales del ejercicio a las personas que son demasiado frágiles o discapacitadas para actividad física regular

Sin embargo, este experimento involucró principalmente a ratones, no a personas, y no nos dice nada sobre los efectos sistémicos de GPLD1 adicional, que en grandes cantidades podría ser indeseable. Más fundamentalmente, los hallazgos resaltan los efectos penetrantes, intrincados y de todo el cuerpo del ejercicio, con el hígado, en este caso, cambiando de alguna manera las mentes y el cerebro después de los entrenamientos. Por el momento, es imposible saber si los mismos procesos sincronizados y entrelazados ocurrirían en respuesta a una píldora de ejercicio GPLD1 y, de no ser así, si podría considerarse una píldora de ejercicio.

El Dr. Villeda acepta rápidamente que la GPLD1 farmacéutica, incluso si es efectiva para la salud del cerebro, “no recapitularía los beneficios del ejercicio”. Señala que no habría ninguna de las quemaduras de grasa habituales, desarrollo muscular o mejoras cardiovasculares. Pero espera que, si futuros experimentos en su laboratorio con animales y personas muestran resultados consistentes, la sustancia eventualmente podría ayudar a las personas que tienen dificultades para pensar mejor.

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