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La luz artificial al aire libre por la noche puede interrumpir el sueño de los adolescentes y aumentar el riesgo de trastornos psiquiátricos, sugiere un nuevo estudio.

Los investigadores rastrearon la intensidad de la luz exterior en áreas urbanas y rurales representativas de todo el país utilizando datos satelitales de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica. Entrevistaron a más de 10,123 adolescentes que viven en estos vecindarios sobre sus patrones de sueño y evaluaron los trastornos mentales utilizando escalas estructuradas bien validadas. También entrevistaron a los padres de más de 6,000 de los adolescentes sobre sus hijos.

El estudio, en JAMA Psychiatry, descubrió que cuanto más intensa era la iluminación en su vecindario, más se interrumpía el sueño y mayor era el riesgo de depresión y ansiedad. Después de ajustar otros factores como el sexo, la raza, la educación de los padres y la densidad de población, descubrieron que, en comparación con los adolescentes en la cuarta parte de los vecindarios con los niveles más bajos de luz exterior, los que se encontraban en la parte más alta se acostaron, en promedio 29 minutos después e informó 11 minutos menos de sueño.

Los adolescentes que vivían en los vecindarios más intensamente iluminados tenían un 19 por ciento más de riesgo de enfermedad bipolar y un 7 por ciento más de riesgo de depresión. El estudio es observacional y no prueba causa y efecto.

La autora principal, Kathleen R. Merikangas, investigadora principal del Instituto Nacional de Salud Mental, dijo que los cambios futuros en las políticas podrían marcar la diferencia. Mientras tanto, dijo, “Al menos como individuos, debemos tratar de minimizar la exposición a la luz por la noche”.

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