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Los críticos han respondido que los reguladores basaron sus conclusiones en investigaciones defectuosas e incompletas proporcionadas por Monsanto. Varias ciudades y distritos de todo el mundo han prohibido o restringido el uso de glifosato, y algunas tiendas han retirado el producto de su estante.

Parte de la discrepancia entre las conclusiones de la agencia internacional y los hallazgos de muchos otros investigadores está relacionada con las diferencias en las preguntas que se hicieron y la forma en que se seleccionaron y analizaron los datos.

La agencia internacional, en esencia, preguntaba si el glifosato tiene el potencial de causar cáncer. Sus investigadores juzgaron el químico “probablemente cancerígeno para los humanos”, y lo agregaron a una lista que ya incluía carne de res, cerdo, uso de teléfonos móviles, limpieza en seco y turnos nocturnos de trabajo. El glifosato escapó de una clasificación más fuerte, “cancerígeno para los humanos”, que incluye tocino, vino tinto, exposición al sol, tabaco y plutonio.

Los reguladores gubernamentales, por el contrario, están analizando el riesgo de que el glifosato realmente cause cáncer dados los niveles de exposición de la mayoría de las personas. Los tiburones, por ejemplo, son potencialmente peligrosos. Pero las personas que permanecen fuera del agua no corren mucho riesgo de ser atacadas.

Sin embargo, varios científicos en ambos lados de la división reconocen que todavía hay mucho que no saben sobre los efectos a largo plazo de un producto químico tan ampliamente utilizado.

En la corte, los abogados discutieron sobre la evidencia científica disponible. Sin embargo, quizás lo más perjudicial para los acusados ​​fueron las revelaciones que reforzaron la imagen de Monsanto como una empresa que la gente ama odiar.

Las tácticas agresivas de Monsanto para influir en la opinión científica y desacreditar a los críticos debilitan la credibilidad de la compañía. Había apuntado a cientos de activistas, científicos, periodistas, políticos e incluso músicos. En un momento, un equipo monitoreó las publicaciones en redes sociales de Neil Young después de que lanzó un álbum, “The Monsanto Years”, en 2015 y un cortometraje que atacó a la compañía y a los alimentos genéticamente modificados.

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