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Los tipos de moléculas también variaron ampliamente, con algunos involucrados en la alimentación y el metabolismo, otros en la respuesta inmune, la reparación de tejidos o el apetito. Y dentro de esas categorías, los niveles moleculares corrieron y cambiaron durante la hora. Las moléculas que probablemente aumenten la inflamación surgieron temprano, luego cayeron, por ejemplo, reemplazadas por otras que probablemente ayuden a reducir la inflamación.

“Fue como una sinfonía”, dice Michael Snyder, presidente del departamento de genética de la Universidad de Stanford y autor principal del estudio. “Primero tienes la sección de latón entrando, luego las cuerdas, luego todas las secciones uniéndose”.

Curiosamente, sin embargo, la sangre de diferentes personas siguió a diferentes orquestaciones. Aquellos que mostraron signos de resistencia a la insulina, un conductor de diabetes, por ejemplo, tendieron a mostrar aumentos más pequeños en algunas de las moléculas relacionadas con el control saludable del azúcar en la sangre y mayores aumentos en las moléculas involucradas en la inflamación, lo que sugiere que eran algo resistentes al general , efectos beneficiosos del ejercicio. Los niveles de otras moléculas variaron considerablemente en las personas, dependiendo de su aptitud aeróbica actual.

Sobre todo, los investigadores quedaron desconcertados por la magnitud de los cambios en los perfiles moleculares de las personas después del ejercicio, dice el Dr. Snyder. “Pensé, son solo nueve minutos de ejercicio, ¿cuánto va a cambiar? Mucho, como resulta.

Sin embargo, este estudio fue pequeño y examinó una sola sesión de ejercicio aeróbico, por lo que no puede decirnos nada sobre los efectos moleculares a largo plazo del entrenamiento continuo o cómo, precisamente, los cambios en los niveles moleculares alteran posteriormente la salud. Tampoco incluyó jóvenes voluntarios menores de 40 años.

El Dr. Snyder y sus colegas están planeando experimentos de seguimiento con más voluntarios y programas de ejercicios sostenidos. Esperan establecer si ciertas respuestas moleculares al ejercicio podrían distinguir a las personas que se beneficiarían de enfatizar el ejercicio de resistencia sobre el entrenamiento de resistencia y si los perfiles moleculares específicos indican quién tiene una resistencia aeróbica más alta o más baja. Esta información podría permitir a los médicos e investigadores verificar su estado físico con una simple extracción de sangre en lugar de una prueba de esfuerzo en la cinta.

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