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Entonces, recientemente, un grupo de científicos del Instituto Karolinska en Estocolmo y otras instituciones comenzaron a preguntarse sobre los glóbulos blancos. Como parte del sistema inmunológico, los glóbulos blancos desempeñan un papel clave en nuestra defensa contra el cáncer al detectar, navegar y, a menudo, aniquilar las células malignas. Los investigadores saben desde hace algún tiempo que los diferentes tipos de células inmunitarias tienden a dirigirse a diferentes tipos de cáncer. Pero se sabe poco acerca de si el ejercicio afecta a alguna de estas células inmunitarias y de qué manera, y si esos cambios podrían estar contribuyendo de alguna manera a los efectos reductores del cáncer del ejercicio.

Ahora, para el nuevo estudio, que se publicó en octubre en eLife, los científicos de Suecia decidieron aprender más inoculando ratones con diferentes tipos de células cancerosas y dejando correr a algunos de los roedores, mientras que otros permanecían sedentarios. Después de varias semanas, los investigadores vieron que algunos de los corredores mostraban poca evidencia de crecimiento tumoral. Más intrigante, la mayoría de estos ratones activos habían sido inoculados con células cancerosas que se sabe que son particularmente vulnerables a un tipo específico de células inmunitarias, conocidas como células T CD8 +, que tienden, principalmente, a combatir ciertas formas de cáncer de mama y otras formas sólidas. Tumores.

Quizás, especulaban los investigadores, el ejercicio estaba teniendo un impacto particular en esas células inmunes.

Para averiguarlo, bloquearon químicamente la acción de estas células T en animales portadores de células tumorales y las dejaron correr. Después de varias semanas y a pesar de estar activos, los animales sin células T CD8 + funcionales mostraron un crecimiento tumoral significativo, lo que sugiere que las células CD8 +, cuando funcionan, deben ser una parte clave de cómo el ejercicio ayuda a prevenir algunos cánceres.

Para mayor confirmación, los científicos aislaron células T CD8 + de animales que habían corrido y de los que no. Luego inyectaron uno u otro tipo de células T en animales sedentarios propensos al cáncer. Los animales que recibieron células inmunes de los corredores posteriormente combatieron los tumores notablemente mejor que los animales que habían recibido células inmunes de ratones inactivos.

Estos resultados sorprendieron y entusiasmaron a los investigadores, dice Randall Johnson, profesor de fisiología molecular con doble nombramiento en la Universidad de Cambridge en Inglaterra y el Instituto Karolinska, que supervisó el nuevo estudio. Parecían demostrar “que el efecto del ejercicio en las células T es intrínseco a las células mismas y es persistente”, dice.

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